
El nihonto o espada japonesa encuentra su máxima y más polularmente extendida expresión en la katana. Ésta era considerado un símbolo de clase y era sinónimo de poder.
Si prestamos atención a los aspectos más esotéricos y culturales que la envuelven, se encuentra imbuida de una superstición y una personalidad propia, según la cual podía ser el receptáculo de entidades con significación propia, así como de almas de guerreros pasados, dándole una identidad y un significado propio más allá de su uso como herramienta de guerra.
Además, esta consideración le valió ser considerada objeto de codicia y prestigio entre los señores feudales de Japón durante siglos. Su silueta sutil y una artesanía muy cuidada la dotaban de un indudable atractivo, además de una eficacia muy pulida en manos entrenadas.

Al margen de la mitología que la acompaña, la katana es técnicamente y con toda seguridad, la espada más perfecta que se ha forjado en la historia, incluyendo como parte de su identidad, un concienzudo estudio de su manejo, que es uno de los más completos que se tiene registro y que aún se estudia en la actualidad. no en vano, su dominio ocupa un lugar honorífico en la consideración de las artes guerreras y en particular en las Artes Marciales Tradicionales de Oriente y Japón.
La influencia de la espada como elemento ligado a la cultura japonesa puede remontarse al descubrimiento de espadas de piedra en el período Jomon, cuando habitaron los primeros pobladores de las islas.

Existe una historia, según la cual existía una espada que otorgaría al guerrero Yamato Takeru la capacidad de unificar Japón. Ésta, fue en primer lugar obtenida por el dios Susano’o al matar a la Serpiente de Ocho Colas Yamata-no-Orochi, un dragón del que extrajo a Murakumo-No-Tsurugi («espada de la lluvia de las nubes en racimo»), que era en realidad parte de su cola central. Más tarde, después de ser entregada a Yamato Takeru y fruto de las hazañas de éste, él mismo la renombraría como Kusanagi («cortadora de hierba»). La descripción de esta espada encarna la forma originaria de la espada japonesa y se relaciona con registros tanto del continente asiático, como de las islas niponas.
Fundidas en una sola pieza desde el encaje de la empuñadura y hasta su punta, primero en bronce y luego en hierro, las primeras hojas encontradas en dólmenes datan del 700 d. C. y se caracterizan por ser perfectamente lineales en su dorso, con un solo filo.
Su hayazgo en estas contrucciones megalíticas, con clara connotación religiosa, evidencia el importante valor ritual que se le atribuía a la espada. Asimismo, sus dimensiones son muy variables y oscilan entre los 33,15 cm de las más cortas, hasta los 90 cm en las espadas de mayor longitud y tamaño.
Sin embargo, durante el período Nara (710-784) se desarrollan en Japón otras morfologías de espadas rectas con doble filo. Éstas se encuentran profusamente recargadas con adornos y se asemejan a otras espadas rituales encontradas en Nepal, Tíbet y regiones de China; seguramente fruto de la propagación del budismo por el clan Soga a lo largo del siglo VI.

A lo largo de este periodo, la espada adopta esta morfología que incluye un doble filo, y también una voluminosa y decorada empuñadora con la punta en forma de corazón.
Cabe destacar que los modelos que se conservan se asocian a conjuntos histórico-artísticos propios de clases altas con más valor simbólico que militar. Así podemos concluir, que desde el punto de vista arqueológico la espada constituía parte del ajuar funerario del finado, generalmente noble y con una posición social importante, que es el resultado de una cultura panimista (en la que el fallecido accedía a un plano de existencia superior donde precisaría de sus armas y objetos más preciados).
Éstas primeras espadas rectas, reciben el nombre de chokuto y constituyen la forma más primitiva dentro de la línea de evolución del arma.
Como en otros aspectos de la cultura japonesa, China proyecta una poderosa influencia. Ejemplo de ello lo encontramos en la propia designación de las armas, según la cual numerosos investigadores sostienen que los ideogramas chinos «chien« (espada de doble filo) y «tao» (cuchillo de un solo filo), son las raíces semánticas y fonéticas de los kanjis japoneses «ken» y «to», que designan la «espada» en un sentido genérico y abstracto. A partir de aquí surge el término katana y que recoge el modelo estándar de espada japonesa y que se diferencia del uso de to y de ken.
Paralelamente, las espadas de un solo filo incorporaron muchos de los detalles ornamentales de los modelos imperantes en China y Corea, que influyeron especialmente en las manufacturas de los siglos V y VI d.C. durante los continuos enfrentamientos militares con Japón. En especial, destacaron los enfrentamientos del clan Soga, que mantenía intereses territoriales en Corea, frente a los clanes Mononobe y Nakatomi.
Sin embargo, parece que hubo un paréntesis en el que la manufactura de la katana evolucionó como una ken recta, cambiando su filo único, en por uno doble. Será después, durante el período Heian (794-1156), cuando este doble filo parece mutar en su forma y evolucionar en el uso de los materiales, de cuya reinterpretación emana la espada curva forjada en acero y de un solo filo que conocemos hoy en día bajo esta denominación.
