Literalmente: «Esforzarse en Mejorar Continuamente a través de la Amistosa Rivalidad.»

Un grito de de Coraje y de Cortesía al unísono, donde prima el respeto al compañero de práctica, y se materializa una promesa de entrega y determinación, pero también un reconocimiento al mutuo coraje puesto durante la práctica diaria, que dirige el desarrollo de los practicantes a través de esa relación.

En ella, cada practicante busca dominar al otro, pero siempre en un espacio de práctica segura. Ya sea mediante el uso de la técnica, la templanza, el ingenio, o la tenacidad; la única norma es maximizar el aprendizaje y afianzar patrones. Bajo la máxima de reciprocidad y de no causar un daño innecesario, de forma automática se establece un contrato entre los prácticantes, que permite pivotar la práctica en base a distintos principios (distancia, fuerza, resistencia, sorpresa, adaptación…), aportando un beneficio neto muy superior a la práctica individual, y siempre bajo la premisa de trabajar con intensidad y a través de la vivencia.

Es aprender a través del adversario, descubir nuestra debilidades y luchar por reducirlas o compensarlas. El compañer@ se convierte en un medio de aprendizaje más, mientras el mismo mide sus destrezas y capacidades en un ciclo de entrenamiento compartido. Cada diferencia es un estímulo, cada logro un peldaño que subir, y cada derrota, una lección pendiente, que además tiene público y que invita a una promesa de revancha.

Esta Máxima Samurái fue entregada como obsequio a lso competidores europeos que se disponían a participar en el Campeonato del Mundo de Kenpo Kai de 2010 en Hamamatsu, Japón.

Muchos de ellos descubrirían en aquel viaje por vez primera, no soloalgunas de las tradiciones del país nipon, si no también la hospitalidad de sus gentes y el sentimiento de hermandad marcial que envolvían el World Kenpo Kai Honbu (Sede Mundial del Kenpo Kai).

Las Artes Marciales son polifacéticas, y a través de la práctica diaria se persigue estimular la integración de todas ellas. De este modo, es tan deseable como inevitable, que cada nuevo matiz en una de esas áreas de trabajo contribuya al desarrollo de todas las demás.

Igual que la virtud es un hábito, la destreza es una consecuencia de la perseverancia en la práctica, del trabajo inteligente y la atención en los detalles. Es un camino sin principio ni fin, cuyos frutos quedan únicamente a la discreción de los que lo recorren en su propio nombre.

Para ello, es importante tener compañe@s de práctica y estar integrado en un grupo que acompañe, fomente y potencie el aprendizaje y el desarrollo individual. El Dojo es un espacio de reunión que hace esto posible.

Es el punto donde al mismo tiempo convergen: la guía, la hermandad y el florecimiento de la individualidad genuina, en la que cada uno encuentra una expresión de sí mismo a través de la ejecución de los ejercicios y técnicas. Si además constituye una práctica estimulante y divertida, no hay nada mejor que compartir este júbilo para que el aprovechamiento sea máximo. Es una de las formas en las que las Artes Marciales fomentan la empatía.

Los compañeros, el grupo de práctica, son en definitiva un equipo de aprendizaje, y constituyen un aparte más del Dojo y es sin duda alguna, una de las mas importantes.

Se desarrolla de este modo, un coraje y una confianza que nos enseña a exponernos de forma controlada, a ceder y a adaptar, y a combatir el miedo provocado por la participación en situaciones nuevas, hostiles, de incertidumbre o de riesgo que puedan involucrarnos a nosotros o a nuestros intereses. El Dojo es entonces un espacio de preparación, de entrenamiento para la vida diaria. Donde podemos fallar una y mil veces y por distintas razones, pero a dónde siempre volvemos y de donde siempre salimos con una lección nueva.

En el Dojo aprendemos a gestionar la derrota, el fracaso y la frustación, y nos entregamos durante un tiempo concreto a una actividad definida que nos evade y rescata de la rutina diaria. Nos aporta descanso mental, preparación física y fomenta la creatividad abriendo nuevos caminos que solo son posibles cuando la mente, la técnica y el cuerpo actúan de forma coordinada como una única entidad, que encarna el propio practicante.

El Dojo es un espacio seguro, donde se comparte y se aprende a partes iguales. Donde cada practicante se autodescubre de nuevas formas, y se redescubre en cada ejercicio. Bajo una presión controlado afrontamos los retos, la novedad y de forma iterativa adquirimos herrmaientas y conocimientos para lidiar con la realidad de nuestra mente, hacerle frente y dominarla.

El grupo nos da intensidad, referencias y apoyo. Nos aporta un feedback, y nos otorga diversidad, que en la práctica se traduce en desarrollo de versatilidad y adaptación.

Nos impulsa hacia la mejor versión de nosotros mismos, siempre bajo la cuidada guía de nuestros Maestros.

Juntos somos más fuertes.

Juntos nos hacemos mejores… y nos sentimos mejor.

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